“The Substance”, la candidata al Oscar de este año, nos sumerge en un mundo donde la obsesión por la juventud y la belleza desafía los límites éticos en la búsqueda de la perfección. Este thriller psicológico nos enfrenta a la cuestión de si es posible, y a qué costo, vivir más jóvenes durante más tiempo. La película critica nuestras creencias más arraigadas sobre la belleza y la juventud, subrayando los peligros de prácticas modernas de biohacking extremo como el uso del Ozempic para la pérdida de peso y casos notos de transfusión de sangre joven y la edición de ADN con una técnica de manipulación genética llamada CRISPR. Nos recuerda la importancia de un enfoque consciente y regulado para equilibrar nuestras aspiraciones con nuestro bienestar.
¿Qué es el biohacking?
El término “biohacking” combina las palabras “biología” y “hacking” y se refiere a técnicas diseñadas para potenciar nuestras habilidades biológicas. La idea central es que mejorar la salud de forma preventiva es más beneficioso que tratar enfermedades después de que aparezcan. Según Dave Asprey, fundador de Bulletproof, el biohacking es un proceso de retroalimentación constante entre el ser humano y su entorno, adaptándose y mejorando continuamente.
Desde una perspectiva científica, el biohacking apoya la teoría de Lamarck, sugiriendo que el entorno puede influir en nuestra genética. La Dra. Jlenia Pecchioli, cirujana plástica especializada en estética y reconstructiva, explica que “el biohacking nos permite aprovechar el conocimiento sobre epigenética para mejorar la salud de manera efectiva y sostenible. No se trata solo de verse bien, sino de optimizar las funciones del cuerpo para lograr bienestar a largo plazo.”
Pilares del Biohacking
El objetivo del biohacking es desacelerar la degeneración de las células y tejidos, manteniendo órganos sanos, reduciendo la edad biológica y logrando una apariencia más juvenil. La prevención es clave: evitar la senescencia celular relacionada con la metilación del ADN, cambios en la longitud de los telómeros, desbalance hormonal e inflamación.
- Alimentación: Dietas como la mediterránea y el ayuno intermitente pueden mejorar la expresión génica y el metabolismo.
- Ejercicio físico: No se trata solo de ir al gimnasio, sino de moverse de manera inteligente. Entrenamientos de fuerza y rutinas de alta intensidad (HIIT) ayudan a mantener la masa muscular, favorecen la salud cardiovascular y potencian la producción de hormonas antienvejecimiento.
- Reducción del estrés: Técnicas como meditación y yoga mejoran las marcas epigenéticas. “El estrés crónico es un acelerador del envejecimiento”, advierte la experta em medicina estética. Técnicas como la meditación, el yoga o simplemente respirar profundo pueden reducir la inflamación en el cuerpo y mejorar la respuesta epigenética.
- Sueño de calidad: Dormir bien no es un lujo, es una necesidad. La falta de sueño afecta la memoria, la regeneración celular y hasta la piel. Pecchioli recomienda, “establecer rutinas de sueño regulares y evitar pantallas antes de acostarse”.
- Exposición a la luz: Exponerse al sol en las mañanas ayuda a regular los ritmos hormonales y mejora el estado de ánimo. “Una buena dosis de luz solar en el momento adecuado puede hacer más por la salud que muchos suplementos”, señala la experta.
- Entornos y estilos de vida: Factores ambientales y exposición a tóxicos afectan al epigenoma (la manifestación de nuestro código genético)
- Entrenamiento cognitivo constante: Estudios científicos han demostrado que el entrenamiento cognitivo y relaciones sociales valiosas pueden impactar nuestra salud mental y emocional, además de tener efectos positivos en el ADN.
Para medir la edad biológica, existen instrumentos como relojes epigenéticos, análisis de telómeros, así como pruebas del bulbo del cabello que proporcionan información dinámica sobre los requerimientos celulares en el momento, permitiendo optimizar sistemas metabólicos, inmunológicos y el microbioma intestinal.
Un Enfoque Ético y Responsable
“El biohacking abre un debate sobre la mejora del cuerpo humano, las limitaciones de la medicina tradicional y la democratización de la ciencia. Cualquiera puede ser biohacker, desde científicos hasta personas que buscan controlar su salud. Miles de personas usan esta disciplina para transformar su salud, gestionar el estrés, tener más energía u optimizar su sueño”, enfatiza la doctora.
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La cirujana plástica Jlenia Pecchioli destaca la importancia de aplicar el biohacking de manera consciente y basada en evidencia científica. Ella misma se considera una biohacker, siempre al tanto de las últimas investigaciones para asegurar tratamientos seguros y efectivos. Algunos biohackers experimentan sin supervisión, buscando resultados inmediatos y evitando ensayos clínicos tradicionales, lo que puede traer graves consecuencias para la salud. Pecchioli advierte: “Es fundamental que el biohacking se realice bajo un enfoque médico y basado en evidencia. La optimización del cuerpo no debe depender de soluciones rápidas ni de tendencias sin sustento científico.”
“Un final alternativo para The Substance habría mostrado a Elizabeth descubriendo la verdadera juventud a través de su vitalidad mental y emocional, y no solo en su apariencia física. Técnicas de biohacking positivas, como practicar mindfulness y mantener relaciones interpersonales valiosas, le habrían permitido conectarse más profundamente con sus emociones y su entorno, brindándole alegría y satisfacción en experiencias presentes. Estableciendo así que la búsqueda de la juventud y la belleza puede ser saludable y sostenible cuando se realiza de manera consciente y ética”; comenta la especialista.
“El biohacking tiene un enorme potencial para mejorar la calidad de vida… Creo que es válido abrir nuestra mente a la idea de que la medicina y la genética tienen un largo camino por delante y que hay estudios bien comprobados sobre formas seguras y sostenibles de retrasar nuestra edad biológica, mientras que nuevos descubrimientos abren nuevas rutas” concluye Pecchioli.
Reflexión Final
Si bien el biohacking ofrece herramientas para mejorar la calidad de vida, también plantea cuestiones éticas sobre hasta dónde debemos llegar en la búsqueda de la perfección. Un equilibrio entre ciencia y ética podría ser la clave para aprovechar sus beneficios sin comprometer la salud.