Servir con alegría, Pintando Sonrisas, A. C.
Karla Márquez, como uno de los lienzos en que anima a la gente a pintar, fue haciendo trazos en su vida, sólo movida por la pasión y el gusto que la conducían a cada nueva aventura. Se entrenó como artista, obteniendo una licenciatura de diseño gráfico y una certificación en ritmos por el Instituto Nacional de Bellas Artes. Realizada como artista visual y escénica, tuvo una nueva pulsación: hacerse de las herramientas para poder ayudar a personas en situación difícil.
Acostumbrados a valorar las trayectorias profesionales bien focalizadas, nos sorprenderemos de saber que la entrevistada de esta edición de Tu Casa Nueva Humano concluyó cuatro carreras… ¡cuatro!
Emprendió entonces su tercera carrera, psicología, después de la cual fungió como directora de un Centro Asistencial de Desarrollo Infantil (CADI), en Hermosillo, durante casi una década. A pesar de la estabilidad y holgura financiera que este trabajo le ofrecían, Karla refiere que se dio cuenta que un puesto directivo no la completaba como persona. Fue así que decidió emprender una nueva etapa: la de estudiar chef petite, actividad que le permitía explorar la gastronomía sin dejar de lado su gusto por los niños. Más adelante, dando rienda suelta a sus inclinaciones de asistencia, se especializó en Arteterapia, que explora las posibilidades terapéuticas de artes como la pintura en personas con capacidades diferentes y, hace un par de años, por medio de un papelito que “cayó en sus manos”, se enteró de que en nuestra ciudad se impartían cursos para certificarse en Risoterapia –la sanación a través de la risa– y, por supuesto, no dudó en enrolarse.
Y bien, ¿qué relación guarda esta breve reseña de la vida de Karla Márquez con Pintando Sonrisas, la asociación civil que ahora nos ocupa? Primeramente, la de compartir una cualidad esencial con su fundadora: ser vertiginosamente activa. Karla inicia Pintando Sonrisas hace poco más de un año, tiempo en el cual ha conseguido esparcir su noticia, avalada por muchas nobles acciones. Hablando sobre los inicios de esta asociación, Karla narra que en el tiempo que estaba certificándose en Risoterapia, una amiga acudió a ella pidiéndole que interviniera con su pequeña hija a quien hacía poco habían diagnosticado leucemia. Tanto la niña como su familia se encontraban devastadas; el hospital se había convertido en su nuevo y lóbrego hogar.
Karla refiere que el código con el que se regía la certificación en Risoterapia era uno muy estricto, y prohibía intervenciones que no estuvieran mediadas por los grupos que extendían la certificación, entre otras restricciones. Esto ya venía haciendo sentir a Karla impotente, pues se imponían muchos límites a la herramienta cuando la necesidad de ayuda era ilimitada. Con la llamada de su amiga, Karla resolvió que “más valía pedir perdón que permiso” así que, tomó su nariz de payaso, sus pinturas, un lienzo y corrió al hospital a encontrarse con la niña. El cuadro que vio resultó efectivamente sombrío: los padres deprimidos; Itzel, la enfermita, triste y sin poder comprender lo que le sucedía. Al verla irrumpir con su nariz de payaso en la habitación, el doctor le dirigió palabras que le hicieron comprender el poder de su misión: “está en ti”. Karla alentó a la niña a divertirse: bailaron, pintaron, cocinaron. Las jornadas de buen humor y color empezaban por la mañana y Karla tenía que salir corriendo para que no le cerraran la puerta del hospital por las noches. Al cabo de algunos días, Itzel preguntó a Karla: “¿por qué no haces también esto con otros niños?”. Fue así que Karla decidió iniciar un grupo de ayuda valiéndose de la diversión y la fantasía como herramientas terapéuticas. Opuesto a lo que había experimentado con la certificación de Risoterapia, Karla decidió que este grupo tendría como núcleo la ayuda al vulnerable –ancianitos de asilos, niños y jóvenes enfermos y personas en extrema pobreza– a través de las sonrisas, y que, de ahí en fuera, la forma en que los voluntarios intervinieran sería totalmente libre: “El requisito es ser tú mismo. Así es como fluye la magia de ayudar”.
Desde entonces, no ha pasado una semana en que Pintando Sonrisas no haya emprendido una “galería” (visitas donde llevan color, sonrisas y ayuda en forma de juegos, ropa, despensas), así como rifas y eventos que hagan posible las intervenciones médicas de sus “apadrinados”. Son a la fecha cientos de “pintores voluntarios” los que se han sumado a la misión de Pintando Sonrisas: “servir con alegría”.
La ayuda es en dos sentidos
De Pintando Sonrisas también llama la atención que es una de las pocas asociaciones en que el ingrediente principal no es el producto de la ayuda (la despensa, ropa o bienes que, sin duda, son de mucha importancia) sino el acto mismo de servir. Esta asociación no cuenta con bodegas para almacenar bienes que después gestione y entregue a las personas necesitadas: es necesario que quien brinde ayuda interactúa con la persona a quien sirve; así, la ayuda se brinda in situ. Para Karla, sólo así la ayuda se vuelve un acto en dos sentidos, pues quien llega pensando en ayudar sale también beneficiado “yo veo a los pintores voluntarios con miedo antes de empezar su primera galería, en un hospital o en una invasión, porque no saben lo que va a pasar, no saben cómo se sentirán. Al final tú los ves y es una alegría… preguntan cuándo será la próxima”.
¡Sonríe!
A finales de noviembre, Pintando Sonrisas llevará a cabo su segundo Sonritón –evento de recaudación de agua, alimento, ropa y juguetes–. De los detalles de éste y otros eventos, además de cómo iniciarte como pintor voluntario, podrás enterarte en la página de Facebook:
facebook.com/karlamarquez.pintandosonrisas
Valorar el milagro de la salud y recuperar la capacidad de divertirnos
Karla explica que Pintando Sonrisas consiste también de valorar las cosas a las que nos acostumbramos y damos poca importancia, como la salud y la diversión. De hecho, llama la atención que entre los sitios donde se realizan galerías no sólo se cuentan centros de salud, asilos y colonias marginadas, sino también empresas y centros de trabajo. Al explicar por qué pensar en éstos como sitios marginales o necesitados de ayuda, Karla explica: “muchas veces te encuentras ahí con mucha tristeza, la gente va a su trabajo sin saber qué hace, haciendo las cosas de manera mecánica. Ahí vamos a contagiar alegría y a recordar la importancia de divertirnos”.